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Cieza.es | 3 de junio de 2020 a las 14:04
Manuel Bermúdez encarna lo mejor de la nueva generación de marchadores del Club UCAM Athleo Cieza. Es un ejemplo para todos, empezando por sus propios compañeros. No se puede ser un gran deportista sin ser un ejemplo como persona. Y este es el gran valor del subcampeón en la prueba júnior del Mundial de Marcha de Roma.
Apenas mira a los ojos y los suyos, marrones y tímidos, todavía brillan por los destellos de las cámaras de fotos y las felicitaciones que le impresionaron el pasado lunes por la noche mientras era recibido por compañeros y amigos en la estación de ferrocarril de Cieza. Siete días de ensueño que no acaba de asimilar: "Aún no me lo puedo creer, pero estoy muy feliz. Ahora vuelta a la normalidad". Es lo que le hace grande.
El 7 de mayo se corrió como la pólvora que un marchador de 18 años había logrado el segundo puesto en el podio tras protagonizar una gran remontada en la recta final y batir por más de cincuenta segundos su mejor registro personal, fijándolo en 40.27. Muchos ciezanos vieron la gesta por televisión. Había interés en saber si su esperanzadora trayectoria iba a seguir sumando enteros. Bastó el inicio de la segunda parte de la prueba de diez kilómetros marcha para comprobar que su fortaleza física no conoce límites.
Desde ese momento de la carrera pequeñas piedras en el camino que Bermúdez fue despejando con paso firme: "Ocupaba la octava posición en el kilómetro cinco de la prueba; subí de intensidad en la segunda parte del recorrido y logré alcanzar al grupo de los primeros, formado por el chino Jun Zhang, el mexicano Noel Alí Chama y el británico Callum Wilkinson". El júnior del UCAM Athleo llegó a los últimos dos kilómetros en tercera posición y consiguió una remontada épica.
"¡Vamos campeón! ¡Estás en el lugar que tienes que estar!". Así recuerda cómo le alentaba José Antonio Carrillo en el tramo final de la carrera. El mensaje de optimismo era un anticipo de lo que su pupilo lograría poco después. "Una vez que crucé la línea de meta y se acercó a felicitarme, creo que estaba más contento por la marca personal conseguida que por la medalla. Fue una locura", explica. Es inevitable preguntarse cómo es la relación con un entrenador cuando este es un fuera de serie: "Perfecta".
Hay una fotografía que captó un medio gráfico ese instante inolvidable. En la pista yacía arrodillado y con la cabeza pegada al suelo un atleta emocionado y exhausto, expuesto a una tremenda carrera de 40 minutos y 27 segundos. En ese instante lloraba el hijo de Pepe y Concha, un marchador totalmente diferente al resto de sus rivales. También lloró su entrenador. Y es que el técnico nacional y presidente del Club Ucam Athleo Cieza tiene su parte de culpa en lo conseguido.
Sus rivales lo llevaron al límite en un final de carrera espectacular, tremendo, inolvidable, el mejor que muchos aficionados a la marcha vieron en sus vidas. Se juntaron todos los condimentos para mantener pegado al televisor a la audiencia y el resultado elevó a los altares al ciezano. Sucedieron tantas cosas y tan emocionantes que el recuerdo será imborrable. "Estaban mis padres en el estadio y eso lo hizo más especial si cabe".
Está claro que la temporada pasada le salió todo fenomenal, como cualquier deportista hubiera soñado al llegar al final de la misma. Sin embargo, tenía una cuenta pendiente con la historia, con un espacio para su nombre en una prueba individual de carácter internacional. "He subido varias veces al podio, pero esta vez lo hice de forma individual en una prueba internacional. Me hubiera gustado oír el himno español. Habrá que esperar". Lo dice pensando en la próxima cita de Polonia.
El día después del logro deportivo en Roma resultó abrumador. "Te lo recuerda la gente por la calle, los compañeros y profesores de la universidad, te lo transmite la familia de muchas maneras, hay mucha ilusión puesta en esta medalla de plata y soy conciente de que además del subcampeonato es muy especial para los que me siguen". Agradece las muestras de cariño que está recibiendo de todos los rincones de Cieza. Bermúdez ve con optimismo esa medalla de plata.