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Cieza.es | 14 de marzo de 2021 a las 12:27
Con aforo limitado y salvaguardando las medidas de seguridad, la iglesia de San Joaquín albergó este sábado un acto de exaltación mariana conducido por Antonio Morales, en cuya alocución se entreveraron muchos recuerdos de la Real Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza sobre la Semana Santa de Cieza. Al oírlo hablar, a muchos de los asistentes se les hizo un nudo en la garganta, porque sus palabras golpeaban una puerta que creían clausurada, como aldabonazos que retumbasen en las cámaras del corazón; y detrás de aquella puerta, aplastada casi por las consecuencias de esta pandemia, estaba la esperanza, una de las tres virtudes teologales del cristianismo, que consiste en esperar la ayuda de Dios en este mundo y la gloria eterna tras la muerte.
En la coyuntura actual, la suspensión de la Semana Santa de Cieza por segundo año seguido, hizo que este acto simbólico resultase especialmente significativo. "Este año tampoco habrá entronización de nuestra venerada imagen, ni nombramiento de Hermano de Honor, pero sí vamos a vivir un momento lleno de intimidad en torno a nuestra devoción", comentó Morales. Pocas veces en un acto de exaltación mariana hubo tanta nostalgia, tanta delicada hermosura. Tanta emotividad tuvo la ceremonia, de aproximadamente media hora, que se convirtió en ayuda y consuelo para soportar este tiempo de pandemia. "Quizá sea precisamente esta época la más adecuada para evocar que Nuestra Señora de Gracia y Esperanza es imagen, luz, cera y flores", fue su mensaje de esperanza.
Un manto de silencio, denso, respetuoso y de intenso fervor se extendió al irrumpir la sagrada imagen, que fue portada a hombros por mujeres en el pasillo central del templo. De fondo, un músico interpretaba 'Caridad del Guadalquivir' con sensibilidad y sencillez, una marcha de procesión escrita por Paco Lola puesta al servicio de la profundidad religiosa. Sus notas infundían emoción al paso de la talla al tiempo que una cofrade declama en voz alta un bello texto. Pero las escenas más conmovedoras ocurrían fuera de la vista del público. Una tuvo lugar en una de las capillas laterales. Con lágrimas en los ojos, una mujer conseguía articular unas palabras: "Ayúdanos, Madre". Por su propia naturaleza, la fe supone un sentimiento profundo subyacente, a veces sobrecogedor.
Fue el sacerdote y hermano fundador de los Hijos de María, Ramón García, el encargado de realizar la exaltación mariana. En su intervención supo emocionar a todos en ese encuentro con la Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, a través de las vivencias personales que lleva en su corazón desde la fundación de la cofradía en 1975. Y cerró su alocución con dos vítores de alegría: "¡Viva la Virgen de Gracia y Esperanza!" y "Viva los Hijos de María!". Finalizado el acto, el presentador Antonio Morales dio las gracias a todos los asistentes, invitando a los que lo desearan a pasar por delante de la imagen del escultor Manuel Carrillo García guardando la distancia de seguridad.